Fisioterapia de suelo pélvico después del cáncer ginecológico: recuperar el cuerpo y la confianza
Superar un cáncer ginecológico es una victoria inmensa. Sin embargo, después del tratamiento, muchas mujeres me cuentan en consulta que sienten que su cuerpo ya no responde como antes: hay dolor, escapes de orina, incomodidad en las relaciones sexuales o esa sensación de "no estar igual". Todo esto no es secundario ni inevitable; son secuelas reales que afectan la calidad de vida y que merecen atención.
Aquí es donde la fisioterapia de suelo pélvico juega un papel fundamental. En la consulta trabajamos a diario con mujeres que, tras una cirugía, radioterapia o quimioterapia, necesitan recuperar no solo fuerza y función, sino también seguridad en su propio cuerpo.

¿Por qué el suelo pélvico se ve tan afectado?
El suelo pélvico es un conjunto de músculos y tejidos que sostienen la vejiga, el útero, el recto… y que además participan en funciones tan importantes como la continencia y la vida sexual. Los tratamientos contra el cáncer ginecológico, aunque necesarios y eficaces, pueden alterar esta zona.
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Después de una cirugía (como una histerectomía o la extracción de ganglios linfáticos), es frecuente que se dañen nervios y músculos. Esto puede traducirse en dificultades para controlar la orina, dolor en la zona pélvica o una sensación de "debilidad interna".
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La radioterapia, por su parte, deja tejidos más rígidos, menos elásticos y con sequedad vaginal, lo que dificulta las relaciones sexuales y provoca molestias en el día a día.
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La quimioterapia y la terapia hormonal suelen adelantar la menopausia. Eso significa cambios bruscos: sequedad vaginal, pérdida de tono muscular y alteraciones en la lubricación.
Todo ello puede generar síntomas como escapes de orina o heces, sensación de presión (prolapso), dolor crónico en la pelvis, linfedema en las piernas e incomodidad o dolor durante las relaciones sexuales.
¿Cómo ayuda la fisioterapia de suelo pélvico?
En la consulta no hablamos de una única técnica, sino de un abanico de herramientas que adaptamos según cada mujer y su historia clínica.
Prevención y preparación
Cuando sabemos que una paciente va a operarse, podemos trabajar antes para fortalecer la musculatura pélvica. También enseñamos cómo moverse, cómo levantarse de la cama o manejar esfuerzos cotidianos sin sobrecargar la zona. Esto facilita mucho la recuperación posterior.
Rehabilitación funcional
Después del tratamiento, el objetivo es devolver fuerza, movilidad y coordinación a la musculatura del suelo pélvico. Usamos ejercicios adaptados —que no siempre son los famosos "Kegels" y que deben aprenderse bien—, técnicas de relajación y, en algunos casos, herramientas como el biofeedback o la electroestimulación para despertar músculos que han quedado "desconectados".
Tratamiento de complicaciones
Cada síntoma tiene un abordaje específico:
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Para la incontinencia, diseñamos programas personalizados que ayudan a recuperar el control y reducir los escapes.
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En caso de disfunción sexual, trabajamos la elasticidad de los tejidos, la lubricación y la reducción del dolor con terapia manual, dilatadores y educación sexual.
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Cuando hay linfedema, aplicamos drenaje linfático manual y enseñamos ejercicios que mejoran la circulación y alivian la hinchazón.
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En el dolor pélvico crónico, combinamos técnicas manuales, terapia miofascial y estrategias de educación para entender y gestionar el dolor.
Acompañamiento emocional
No todo es físico. Muchas mujeres llegan a la consulta con miedo a volver a tener relaciones sexuales, con vergüenza por los escapes de orina o con la sensación de haber perdido parte de su feminidad. La fisioterapia también ayuda a recuperar la confianza y a reconciliarse con el propio cuerpo.
Lo que nos dice la ciencia (y lo que vemos en consulta)
Los estudios científicos recientes coinciden: la fisioterapia de suelo pélvico reduce la incontinencia, mejora la función sexual, disminuye el dolor y ayuda a prevenir complicaciones como el linfedema. Aunque todavía hacen falta investigaciones con más participantes, la experiencia clínica nos confirma estos resultados cada día.
Lo que antes parecía un "mal menor" inevitable, hoy sabemos que puede tratarse y mejorar. Y cuanto antes se empiece el proceso, mejores suelen ser los resultados.
Recomendaciones prácticas
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No normalices los escapes, el dolor o la sequedad: son síntomas tratables.
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Consulta con una fisioterapeuta especializada cuanto antes, incluso antes de la cirugía o radioterapia.
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Ten en cuenta que cada cuerpo responde distinto: los programas deben ser personalizados y adaptados a tu caso.
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La rehabilitación es un trabajo en equipo. Oncología, ginecología, psicología y fisioterapia se complementan para ofrecer una recuperación integral.
En resumen
La fisioterapia de suelo pélvico después del cáncer ginecológico es mucho más que un complemento: es una herramienta clave para recuperar funciones esenciales, aliviar el dolor y devolver calidad de vida.
En la consulta lo vemos cada día: mujeres que llegan con miedo y con dudas, y que poco a poco vuelven a sentirse seguras, fuertes y capaces. Porque sobrevivir al cáncer es solo el primer paso; recuperar tu vida es el siguiente.