La endometriosis no se cura con la menopausia

Como fisioterapeuta especializada en suelo pélvico, veo con frecuencia en consulta a mujeres que han atravesado la menopausia pero que siguen lidiando con los efectos persistentes de la endometriosis. A pesar de que muchos profesionales han sostenido durante años que "la menopausia cura la endometriosis", la experiencia clínica y la evidencia científica nos demuestran lo contrario.
¿Qué tal si desmontamos ese mito y abrimos el camino hacia una atención más integral y compasiva?
La falsa promesa del fin del dolor
La idea de que la endometriosis desaparece con la menopausia parte del hecho de que esta enfermedad depende, en gran parte, del estrógeno. Al cesar los ciclos menstruales, los ovarios dejan de producir esta hormona de forma activa. Sin embargo, muchas mujeres continúan presentando síntomas como dolor pélvico crónico, dispareunia (dolor con las relaciones sexuales), molestias digestivas, urgencias urinarias o sensación de presión pélvica.
Estudios recientes muestran que entre un 2 % y 5 % de las mujeres postmenopáusicas siguen teniendo actividad endometriósica. En algunos casos, incluso puede diagnosticarse por primera vez tras la menopausia, lo que echa por tierra el mito de que esta etapa vital elimina automáticamente la enfermedad.
La endometriosis tras la menopausia tiene menos diseminación, pero puede manifestarse con lesiones profundas, quistes ováricos o sintomatología urinaria y/o intestinal. También conlleva un riesgo mayor de transformación maligna (0,7–1 %), especialmente en lesiones ováricas. Aunque es un porcentaje bajo, no deja de ser significativo. Por ello es importante no abandonar los cuidados y las revisiones ginecológicas pertinentes.

¿Por qué puede persistir la enfermedad?
La persistencia se explica por varios factores fisiológicos:
Lesiones endometriósicas con autonomía hormonal: estas lesiones producen estrógenos localmente gracias a la enzima aromatasa, que convierte andrógenos en estradiol dentro del propio tejido ectópico.
Tejido adiposo como fuente hormonal: el tejido graso, abundante en mujeres con sobrepeso, también contiene aromatasa. A partir de precursores como la androstenediona (proveniente de las glándulas suprarrenales), se produce estrona, un tipo de estrógeno activo.
Terapia hormonal de reemplazo (THR): muchas mujeres en menopausia reciben THR para aliviar síntomas como sofocos o atrofia vaginal. Si se administra solo estrógeno, puede reactivar o agravar lesiones preexistentes de endometriosis.
Síntomas comunes en la menopausia con endometriosis
Dolor pélvico profundo o irradiado
Dispareunia
Alteraciones digestivas (diarrea, hinchazón)
Síntomas urinarios (urgencia, escozor)
Fatiga crónica
Dolor lumbar o sacro
Cambios emocionales por dolor persistente
Estos síntomas pueden confundirse con otras afecciones (síndrome del intestino irritable, cistitis intersticial), lo que retrasa el diagnóstico y aumenta la frustración de las pacientes.
El papel de la fisioterapia del suelo pélvico
Desde la fisioterapia especializada podemos intervenir eficazmente en muchos de estos síntomas, especialmente el dolor pélvico y la disfunción muscular asociada.
Beneficios:
Disminución del dolor: mediante técnicas de liberación miofascial, masaje perineal, punción seca y reeducación respiratoria.
Mejora funcional: ejercicios de Kegel, hipopresivos, trabajo de core y movilidad de diafragma.
Tratamiento del suelo pélvico hiperactivo: relajación muscular, estiramientos guiados y biofeedback.
Prevención de incontinencia y atrofia: fortalecimiento específico, electroestimulación y educación postural.
La fisioterapia permite mejorar la calidad de vida, reducir la dependencia de analgésicos y recuperar autonomía en el día a día. La reevaluación continua será importante para adaptar el enfoque a los síntomas emergentes.
Una doble invisibilización

Existe una peligrosa idea social de que la menopausia marca el final de los problemas ginecológicos. En la práctica, muchas mujeres son dadas de alta sin seguimiento médico y quedan en una zona de silencio, donde el dolor y la disfunción persisten sin respuesta del sistema.
La mujer postmenopáusica con endometriosis sufre una doble invisibilización: por género y por edad. Hablar de dolor, sexualidad o disfunción urinaria en esta etapa aún es tabú, lo que genera vergüenza, aislamiento y resignación. Necesitamos una transformación profunda en el abordaje ginecológico para reconocer que la salud pélvica no termina con la última menstruación.
La endometriosis no se cura con la menopausia. La persistencia de síntomas, el papel de la producción hormonal local y el impacto en la calidad de vida hacen necesario seguir investigando, acompañando y ofreciendo terapias integrales. Desde la fisioterapia del suelo pélvico, tenemos herramientas valiosas para aliviar el dolor, recuperar la función y empoderar a estas mujeres. Nuestro compromiso debe ser clínico, humano y social: escuchar, validar y tratar más allá del ciclo menstrual.
Laura Pastor. Directora de Evexia Salut. Fisioterapeuta especialista en reeducación uroginecológica y salud sexual humana. Psiconeuroinmunóloga clínica. Docencia y divulgación.