Vejiga hipoactiva: la vejiga perezosa
¿Alguna vez has sentido que, a pesar de ir al baño, tu vejiga no se vacía del todo? ¿O quizás te cuesta iniciar la micción y el chorro es débil? Podrías estar experimentando los síntomas de la vejiga hipoactiva, una condición común pero poco comprendida que afecta a muchas personas, especialmente a mujeres y personas mayores.
La vejiga hipoactiva es una condición clínica caracterizada por síntomas relacionados con una contractilidad reducida de la vejiga. Esto a menudo lleva a un vaciado prolongado o incompleto de la vejiga. Se asocia principalmente con la infraactividad del detrusor, un diagnóstico urodinámico que indica una fuerza o duración reducida de las contracciones de la vejiga.

Prevalencia y síntomas: ¿Es tu caso?
La vejiga hipoactiva es más común de lo que se piensa. Aunque la investigación aún tiene lagunas, los estudios sugieren que puede afectar hasta al 45% de las mujeres, aumentando con la edad y en entornos de cuidados a largo plazo. Es una condición prevalente, pero sorprendentemente subestimada y poco investigada.
Los síntomas de la vejiga hipoactiva pueden ser variados y afectar significativamente la calidad de vida. Algunos de los más comunes incluyen:
Urgencia urinaria (esa necesidad repentina e intensa de orinar)
Chorro de orina débil
Esfuerzo al orinar
Nocturia (levantarse varias veces por la noche para orinar)
Frecuencia urinaria (orinar con mucha regularidad)
Sensación de vaciado incompleto de la vejiga
Dificultad para iniciar la micción (vacilación)
Goteo posmiccional
Cistitis de repetición (por vaciado incompleto)
Estos síntomas pueden superponerse con los de otros trastornos de la vejiga, lo que hace que el diagnóstico preciso y el tratamiento sean un desafío. Es fundamental buscar la opinión de un profesional de la salud si experimentas alguno de estos signos.
¿Por qué la vejiga deja de funcionar correctamente?
En condiciones normales, el vaciado de la vejiga es un proceso complejo que depende de una coordinación muy precisa entre diferentes estructuras. Primero, el músculo detrusor, la capa muscular que recubre la vejiga, debe contraerse con la fuerza suficiente para expulsar la orina. Al mismo tiempo, los esfínteres urinarios, tanto el interno (involuntario) como el externo (voluntario), deben relajarse en el momento adecuado para permitir que la orina fluya hacia la uretra sin resistencia. Todo este proceso está orquestado por el sistema nervioso, que regula la comunicación entre la vejiga, la médula espinal y el cerebro, decidiendo cuándo es el momento oportuno para orinar.
Cuando hablamos de vejiga hipoactiva, lo que falla es precisamente esa contracción del detrusor: o no se produce, o es demasiado débil como para vaciar la vejiga de forma eficaz. El resultado es una micción dificultosa, prolongada, incompleta o incluso imposible sin ayuda externa.
Esta disfunción puede tener varias causas. En muchos casos, está relacionada con problemas neurológicos, como ocurre en pacientes con neuropatía diabética, lesiones medulares o enfermedades como la esclerosis múltiple, donde se altera la conducción de los impulsos nerviosos necesarios para activar el detrusor. En otros casos, el problema es miogénico, es decir, el propio músculo detrusor está dañado o debilitado, lo que compromete su capacidad contráctil. Y no debemos olvidar las causas iatrogénicas, es decir, aquellas derivadas de intervenciones médicas, como ciertos fármacos que deprimen la actividad vesical, o cirugías pélvicas que afectan la inervación o la mecánica del vaciado.
En definitiva, el vaciado vesical depende de un equilibrio neuromuscular delicado, y cuando ese equilibrio se rompe, como ocurre en la vejiga hipoactiva, se requiere un enfoque terapéutico cuidadoso y personalizado.
¿Qué pruebas diagnósticas se necesitan para saber si sufres vejiga hipoactiva?
El diagnóstico de la vejiga hipoactiva requiere una evaluación detallada, ya que sus síntomas pueden solaparse con otros trastornos urinarios. Es fundamental no quedarse solo con la clínica, sino confirmar el diagnóstico con pruebas funcionales que ayuden a entender cómo se comporta realmente la vejiga durante el ciclo miccional. Estas son las herramientas principales que usamos:
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Uroflujometría: Esta prueba mide la velocidad y el patrón del flujo urinario durante la micción. En pacientes con vejiga hipoactiva, suele detectarse un flujo lento, intermitente o prolongado, lo que sugiere una contracción débil del detrusor o una obstrucción funcional.
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Cistometría: Forma parte de los estudios urodinámicos y permite evaluar cómo se comporta la vejiga durante el llenado y el vaciado. Nos da información clave sobre la capacidad vesical, la sensibilidad al llenado, y sobre todo, si el músculo detrusor se contrae adecuadamente al momento de orinar. En la vejiga hipoactiva, suele observarse una contracción débil o ausente durante la fase de vaciado.
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Ecografía vesical posmiccional: Se realiza tras la micción para calcular cuánto volumen de orina ha quedado retenido en la vejiga. Un residuo posmiccional elevado es un dato característico en estos casos y puede correlacionarse con síntomas como sensación de vaciado incompleto o infecciones urinarias recurrentes.
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Evaluación neurológica: Si hay sospecha de que el problema tiene un origen neurológico (por antecedentes de diabetes, lesiones medulares, cirugías, o enfermedades como Parkinson o esclerosis múltiple), se debe complementar con una evaluación neurológica completa. Esto puede incluir estudios de conducción nerviosa, resonancia magnética o valoración por neurología especializada.
Estas pruebas no solo confirman el diagnóstico de vejiga hipoactiva, sino que también orientan el tratamiento más adecuado para cada caso. El objetivo es siempre comprender la causa subyacente y valorar hasta qué punto hay capacidad de recuperación funcional.
¿Cuál es el tratamiento de la vejiga hipoactiva?
El tratamiento de la vejiga hipoactiva es, por definición, complejo y multifactorial. No existe un fármaco o intervención única que resuelva el cuadro de forma definitiva en todos los pacientes. Por eso, el abordaje debe ser personalizado, escalonado y, muchas veces, combinado, en función del grado de afectación y de la causa subyacente. Estas son las principales estrategias terapéuticas disponibles:
Enfoque farmacológico
Algunos pacientes pueden beneficiarse de medicamentos que estimulan la contracción del músculo detrusor, como los agentes colinérgicos (por ejemplo, betanecol). Sin embargo, la evidencia sobre su eficacia es limitada, y su uso suele estar restringido a casos específicos, ya que pueden provocar efectos adversos como náuseas, sudoración o hipotensión. En general, no se consideran una solución definitiva, pero pueden formar parte del tratamiento en etapas iniciales o en combinación con otras terapias.
Enfoque conductual y compensatorio
En muchos casos, el eje central del tratamiento es el cateterismo intermitente limpio (CIC), que permite vaciar la vejiga de forma segura, reduciendo el riesgo de infecciones y daño renal por retención crónica. Además, puede combinarse con entrenamiento vesical, mediante horarios programados de micción para intentar estimular un patrón más regular y prevenir la sobredistensión vesical. Esta estrategia requiere educación y acompañamiento, pero aporta gran autonomía al paciente.
Neuromodulación
Cuando los tratamientos conservadores no son suficientes, puede considerarse la neuromodulación. Este método consiste en aplicar estimulación eléctrica a nervios clave involucrados en la función vesical, como el nervio sacro (S3) o el nervio tibial posterior, con el objetivo de mejorar el control neuromuscular de la vejiga. Aunque inicialmente fue más utilizado en vejiga hiperactiva, estudios recientes sugieren su potencial también en disfunciones hipoactivas, especialmente en casos con causa neurológica leve o moderada.
Tratamiento de la causa subyacente
Identificar y abordar la causa de fondo es esencial. Por ejemplo, en pacientes con diabetes mal controlada, mejorar el perfil glucémico puede prevenir mayor deterioro neurológico. En casos de lesiones medulares o posquirúrgicas, la rehabilitación neurológica y el seguimiento interdisciplinario (urología, fisioterapia, neurología) son claves para maximizar la función residual. También puede ser necesario ajustar o suspender medicamentos que interfieren con la micción.
En resumen, el tratamiento de la vejiga hipoactiva no es lineal ni uniforme. Requiere una combinación inteligente de estrategias adaptadas al perfil funcional, neurológico y emocional del paciente. Aunque no siempre se logra restaurar una micción espontánea completa, el objetivo es preservar la salud del tracto urinario y ofrecer soluciones prácticas que mejoren la calidad de vida.
Fisioterapia del suelo pélvico: Una solución conservadora
Afortunadamente, existen estrategias de manejo para la vejiga hipoactiva. La fisioterapia del suelo pélvico se presenta como una opción de tratamiento conservador muy prometedora, enfocada en mejorar la función de la vejiga y aliviar los síntomas a través de diversas técnicas:
Terapia conductual: Aquí, aprenderás sobre el funcionamiento de tu vejiga y desarrollarás estrategias para manejar los síntomas, como la micción programada y el entrenamiento vesical.
Ejercicios del suelo pélvico: Normalizar los músculos que sostienen la vejiga, y que también participan en la retención urinaria, puede mejorar el control y reducir los síntomas.
Terapia manual: Técnicas como la liberación miofascial pueden ayudar a aliviar la tensión en los músculos del suelo pélvico que contribuyen a la disfunción vesical.
Biofeedback: Esta técnica utiliza retroalimentación visual o auditiva para ayudarte a aprender a controlar tus músculos del suelo pélvico de manera más efectiva, lo que puede mejorar la función de la vejiga. En consulta utilizamos tanto el biofeedback electromiográfico como el ecográfico.
Electroestimulación: El uso de corrientes eléctricas para estimular los músculos del suelo pélvico puede mejorar su coordinación, ayudando al control de la vejiga.
Neuromodulación: Esta técnica busca normalizar los impulsos nerviosos y la actividad neurovegetativa. Se realiza habitualmente sobre el nervio tibial posterior o los nervios sacros.
La fisioterapia del suelo pélvico es una intervención conservadora que ha demostrado eficacia en varios trastornos urogenitales, pero su papel específico en la vejiga hipoactiva es más complementario que curativo. Aunque gran parte de la evidencia se ha centrado en la incontinencia urinaria por esfuerzo o vejiga hiperactiva, algunos enfoques fisioterapéuticos también pueden mejorar síntomas de vaciado vesical en pacientes con vejiga hipoactiva.
Un camino hacia una mejor calidad de vida
Aunque la fisioterapia del suelo pélvico ofrece un enfoque no invasivo, su efectividad puede variar y a menudo se utiliza junto con otros tratamientos, como el cateterismo intermitente o la neuromodulación, en casos más complejos.
La vejiga hipoactiva sigue siendo un desafío debido a la falta de fármacos específicos y a la naturaleza compleja de la afección. La superposición de síntomas con otros trastornos de la vejiga complica el diagnóstico y el tratamiento, lo que hace necesaria una evaluación integral que puede incluir un estudio urodinámico y una combinación de estrategias terapéuticas.
Si bien la evidencia directa para la vejiga hipoactiva es limitada, las intervenciones fisioterapéuticas pueden:
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Reducir síntomas secundarios como infecciones urinarias o sensación de vaciado incompleto.
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Evitar atrofia muscular y mejorar la sinergia miccional.
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Ser una alternativa útil cuando hay contraindicaciones farmacológicas o quirúrgicas.
Su uso debería considerarse especialmente en combinación con otras terapias como cateterismo intermitente o neuromodulación.
Si crees que podrías estar experimentando los síntomas de la vejiga hipoactiva, te animo a hablar con un profesional de la salud. Un diagnóstico temprano y un plan de tratamiento adecuado, que puede incluir la fisioterapia del suelo pélvico, pueden marcar una gran diferencia en tu calidad de vida.
Referencias
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- Rosenbaum, T. (2011). Pelvic floor physiotherapy for women with urogenital dysfunction: indications and methods. The Italian Journal of Urology and Nephrology.
- Chai, T. C., & Kudze, T. (2017). New therapeutic directions to treat underactive bladder. Investigative and Clinical Urology.
Laura Pastor. Directora de Evexia Salut. Fisioterapeuta especialista en reeducación uroginecológica y salud sexual humana. Psiconeuroinmunóloga clínica. Docencia y divulgación.