Lubricación y secreción vaginal: las diferencias que toda mujer conocer
Hablar de salud íntima con claridad es fundamental para derribar mitos y entender mejor nuestro cuerpo. Uno de los temas que genera más confusión es la diferencia entre lubricación vaginal y secreción vaginal. Aunque muchas veces usamos ambos términos como sinónimos, en realidad son procesos distintos, con orígenes, funciones y desencadenantes diferentes.
Ambos son signos de una vagina saludable, pero cuando aparecen cambios en la cantidad, el olor, la consistencia o la frecuencia, pueden despertar dudas. ¿Es normal? ¿Es hormonal? ¿Puede ser una infección? En este artículo te explico de forma detallada todo lo que necesitas saber sobre la lubricación y la secreción vaginal, cuándo son normales y cuándo podrían indicar que algo no anda bien.
¿Qué es la lubricación vaginal?


La lubricación vaginal es una respuesta fisiológica inmediata que se activa ante la excitación sexual. Cuando el cuerpo anticipa o experimenta estímulos eróticos, el cerebro envía señales a través del sistema nervioso autónomo que provocan una vasodilatación en los tejidos genitales. Este aumento del flujo sanguíneo permite que el plasma atraviese las paredes de los vasos capilares y se filtre a través del epitelio vaginal. Este proceso se llama trasudado vaginal, y es el principal responsable de esa sensación de humedad repentina, clara, acuosa y resbaladiza que aparece durante la excitación.

Además del trasudado, existen glándulas en la entrada de la vagina llamadas glándulas vestibulares mayores (de Bartholin) y glándulas vestibulares menores o periuretrales (de Skene) que también producen pequeñas cantidades de moco durante la estimulación. Estas secreciones aumentan la lubricación en el vestíbulo vaginal y la zona perineal, facilitando la penetración y reduciendo la fricción durante las relaciones sexuales.
La lubricación vaginal no ocurre de forma constante, sino que aparece en respuesta a estímulos sexuales o sensuales. Su actividad está mediada por la puesta en marcha del sistema nervioso autónomo parasimpático. Por eso, su presencia repentina suele ser un indicador fiable de excitación, mientras que su ausencia, en contextos donde se espera, puede generar incomodidad o incluso dolor durante el coito.
¿Qué es la secreción vaginal?
La secreción vaginal, en cambio, es un proceso continuo y cíclico que ocurre todos los días, independientemente del deseo o la excitación sexual. Esta secreción está compuesta por células muertas del epitelio vaginal, pequeñas cantidades de moco cervical proveniente del cuello del útero, productos de la microbiota vaginal como el ácido láctico, y agua. La función de esta secreción es múltiple: protege la vagina frente a infecciones, ayuda a mantener el pH vaginal entre 3.5 y 4.5 (ligeramente ácido), y permite la autolimpieza del canal vaginal, eliminando células viejas, microorganismos y restos celulares.
El volumen, la textura y el color de la secreción vaginal varían naturalmente a lo largo del ciclo menstrual. Durante la ovulación, cuando los niveles de estrógeno están en su punto más alto, la secreción se vuelve más abundante, elástica y transparente, parecida a la clara de huevo cruda. Esto no solo es completamente normal, sino que es una señal saludable de fertilidad. En la fase lútea, cuando predomina la progesterona, el flujo suele ser más espeso, blanco o amarillento, y en menor cantidad. Durante la menstruación, por supuesto, se mezcla con sangre, y en la etapa folicular inicial tiende a ser más escaso.
En resumen, la secreción vaginal es parte del funcionamiento diario del cuerpo femenino, regulada por hormonas y completamente independiente del deseo sexual.
¿Puede haber lubricación o secreción excesiva?
Sí, tanto la lubricación como la secreción vaginal pueden presentarse en exceso, y eso no siempre significa que algo esté mal. En el caso de la lubricación, hay mujeres que simplemente tienen una respuesta más intensa al estímulo sexual. Sin embargo, si la lubricación es muy abundante, constante y ocurre sin ningún tipo de estímulo o deseo, podría estar relacionada con ciertos desequilibrios hormonales, neurológicos o incluso emocionales.
Además, piensa que la lubricación está mediada por la activación de respuestas parasimpáticas, así que estímulos que estén desregulando tu sistema nervioso autónomo, puede provocar una activación de la lubricación vaginal. Esto tampoco ha de considerarse patológico. El sistema parasimpático se pone en marcha cuando te sientes bien, tranquila, cuando disfrutas, te relajas o gozas de algún evento o situación, aunque no sea erótico.
Tu lubricación vaginal puede activarse aunque no estés en una situación explícitamente sexual, pero que te guste mucho.
Por ejemplo, disfrutar de tomar el sol en la playa, relajadamente sobre tu toalla, sin prisas y respirando la brisa marina, puede llevarte a un estado de relajación tan fantástico que se activa tu sistema parasimpático. Entre otras sensaciones, podrías notar un incremento de la lubricación de tu vagina. Es una respuesta natural de tu cuerpo ante una situación deliciosa y reconfortante.
Otro ejemplo, el exceso de estrógenos en el cuerpo (ya sea por causas naturales como el embarazo o inducidas como el uso de anticonceptivos) puede aumentar la lubricación. También existen condiciones raras como el síndrome de excitación genital persistente, donde la mujer experimenta una constante sensación de excitación y lubricación sin deseo sexual real. Algunos tumores ováricos que producen estrógenos en exceso, o trastornos endocrinos como el hipotiroidismo, también pueden alterar el balance hormonal y generar una respuesta lubricante exagerada.
En el caso de la secreción vaginal, el exceso suele notarse más fácilmente porque implica una sensación de humedad constante, manchado de la ropa interior o cambios perceptibles en la textura del flujo. Aquí, el volumen excesivo puede deberse tanto a causas fisiológicas (como la ovulación o el embarazo) como a causas patológicas, entre ellas infecciones vaginales, desequilibrios de la microbiota o enfermedades de transmisión sexual.
¿Cuándo el flujo se vuelve anormal?
El flujo vaginal comienza a considerarse anormal cuando hay cambios en el color, el olor o la consistencia, o cuando aparece acompañado de síntomas como picor, ardor, dolor o irritación.
Por ejemplo, un flujo blanco, grumoso y espeso, que se asocia a picor vaginal intenso, es típico de una infección por candida, un hongo que puede crecer en exceso cuando el equilibrio de la microbiota vaginal se altera. Por otro lado, si el flujo tiene un olor desagradable, fuerte, similar al pescado, y una textura más líquida y grisácea, podría tratarse de una vaginosis bacteriana, causada por un crecimiento excesivo de bacterias anaerobias. La tricomoniasis, una infección de transmisión sexual, suele generar un flujo espumoso, verde-amarillento y con olor fuerte, acompañado de inflamación vaginal.
También es motivo de consulta si el flujo tiene sangre fuera del período menstrual, si hay sangrado después del sexo, o si se presenta un flujo acuoso persistente, especialmente en mujeres postmenopáusicas, ya que podría ser un signo de lesiones precancerosas o cáncer de cuello uterino.

¿Qué hormonas regulan estos procesos?
La hormona reina en la regulación del flujo y la lubricación vaginal es el estrógeno, especialmente el estradiol. Esta hormona engrosa el epitelio vaginal, aumenta la vascularización local y estimula la producción de moco cervical. También es responsable del aumento de secreciones durante la ovulación y del estado saludable de la mucosa vaginal. La progesterona, en cambio, tiende a espesar las secreciones, dificultando el paso de espermatozoides y haciendo que el flujo sea menos elástico.
Además, los andrógenos, como la testosterona y la DHEA, aunque más conocidos por su rol en los hombres, también tienen un papel en las mujeres, ayudando a mantener el deseo sexual y la salud del tejido genital. La oxitocina, hormona del vínculo y el orgasmo, participa en la respuesta sexual femenina favoreciendo la lubricación. Por su parte, la prolactina, que suele elevarse en contextos de estrés o lactancia, puede alterar el patrón de secreciones vaginales. Finalmente, el cortisol, la hormona del estrés, puede inhibir tanto el deseo como la lubricación si se mantiene elevado por mucho tiempo.
¿Cuándo consultar al médico?
No todos los cambios en el flujo o en la lubricación son preocupantes, pero sí hay señales de alarma que no deben ignorarse. Si la secreción tiene un olor desagradable, color anómalo (amarillo, verde, gris), o se acompaña de síntomas como picor, ardor o dolor, es necesario consultar. Lo mismo si hay una lubricación excesiva que se presenta de forma persistente, sin excitación sexual, o que genera incomodidad emocional o física.
El profesional puede solicitar estudios como un frotis vaginal, cultivo de flujo, pruebas de ITS, ecografías y análisis hormonales que incluyan estradiol, progesterona, LH, FSH, TSH y andrógenos.
La fisioterapia de suelo pélvico mejora los niveles de lubricación y de secreción vaginal
La fisioterapia del suelo pélvico es una herramienta terapéutica cada vez más reconocida en el abordaje de diversas disfunciones ginecológicas. Aunque muchas veces se asocia solo con la recuperación postparto o la incontinencia urinaria, su impacto sobre la salud sexual femenina va mucho más allá. Uno de los aspectos menos conocidos, pero clínicamente relevantes, es su capacidad para influir en la lubricación vaginal y la calidad de las secreciones vaginales.
Como ya has visto, la lubricación vaginal y la secreción basal dependen de una compleja interacción entre el sistema hormonal, vascular, neurológico y muscular. Cuando existe una disfunción en la musculatura perineal (como el exceso de tono, la debilidad o la descoordinación), pueden verse alteradas tanto la respuesta de lubricación durante el estímulo sexual como el equilibrio natural del ambiente vaginal.
Aquí es donde interviene la fisioterapia. A través de técnicas específicas como el biofeedback, el masaje perineal, el trabajo miofascial y, especialmente, la electroestimulación intravaginal y la radiofrecuencia, se puede mejorar la oxigenación local, la activación neuromuscular y la circulación sanguínea. Todo esto repercute de forma directa sobre el estado de la mucosa vaginal y las glándulas secretoras.
Uno de los descubrimientos más prometedores en este campo es el efecto de la electroestimulación sobre el microbioma vaginal. Algunos estudios recientes han mostrado que al aplicar electroestimulación de baja frecuencia en el suelo pélvico, no solo mejora la función muscular, sino que se producen cambios favorables en la composición del ecosistema vaginal. Es decir, aumenta la proporción de bacterias beneficiosas como los Lactobacillus, responsables de mantener un pH ácido y de prevenir infecciones. Esto sugiere que la fisioterapia puede tener un efecto no solo mecánico, sino también biológico, regulando indirectamente la calidad y cantidad del flujo vaginal.
Además, al reducir el dolor (como en casos de vaginismo o dispareunia) y mejorar el control muscular, la fisioterapia contribuye a una mayor relajación durante el acto sexual, lo cual favorece una lubricación más natural y placentera. También puede ser beneficiosa en mujeres posmenopáusicas o con síndrome genitourinario de la menopausia, donde la sequedad vaginal es común incluso sin alteraciones anatómicas visibles.
La fisioterapia del suelo pélvico no solo mejora el tono y la función muscular, sino que actúa como una vía integrativa para restaurar la respuesta lubricante, equilibrar las secreciones vaginales y hasta influir positivamente en el microbioma vaginal. Es una estrategia terapéutica que merece mayor reconocimiento en el campo de la salud sexual y ginecológica.
En resumen...
La lubricación vaginal y la secreción vaginal son manifestaciones naturales de un aparato reproductor sano, pero tienen funciones y mecanismos distintos. La lubricación ocurre en respuesta a la excitación sexual y es rápida, breve y acuosa. En cambio, la secreción vaginal es continua, varía según el ciclo menstrual, y tiene un papel protector fundamental.
Ambos procesos están profundamente regulados por las hormonas sexuales, y cualquier alteración notable merece atención para descartar infecciones, desequilibrios hormonales u otras condiciones. Escuchar el cuerpo, reconocer los cambios y buscar apoyo profesional cuando sea necesario es una forma poderosa de cuidar tu salud íntima.
Referencias
- Donders, G., Akinosoglou, K., Massie, Z., & Özçelik, A. Ö. (2025). Review of current and emerging estrogen receptor agonists for vaginal atrophy. Expert Opinion on Pharmacotherapy, 1–7.
- Nawaz, T. (2025). Vaginal discharge. InnovAiT.
- Aten, S., Ramírez-Plascencia, O. D., C, B., Holder, G. E., Fishbein, E., Vieth, A., Zarghani-Shiraz, A., Keister, E., Howe, S., Appo, A., Palmer, B. D., & Mahoney, C. E. (2025). A time for sex: circadian regulation of mammalian sexual and reproductive function. Frontiers in Neuroscience, 18.
Laura Pastor. Directora de Evexia Salut. Fisioterapeuta especialista en reeducación uroginecológica y salud sexual humana. Psiconeuroinmunóloga clínica. Docencia y divulgación.