Pesadilla genital: el síndrome de excitación persistente
Todas anhelamos el placer sexual. Tú, yo, tu amiga, la mía... Pero es curioso como una sensación en principio agradable, deja de serlo según el cómo, el dónde y el cuándo aparece.
El placer, en según qué condiciones, puede pasar de sentirse un anhelo a ser una auténtica pesadilla.
Imagina que estás tan tranquila tomando un café en la terraza de una avenida, una tarde como cualquier otra. Gente y ruido por doquier, en un espacio carente de intimidad. Y, sin venir a cuento, empiezas a notar un calor y una congestión genitales que rápidamente reconoces. Es la misma sensación que tienes durante la estimulación sexual. Aumento de lubricación, aumento de temperatura, sensación de congestión genital, palpitaciones vulvares... Incluso llegas a notar la tensión en el clítoris.
Te acabas de excitar, pero no hay absolutamente nada ni nadie que haya mediado en la aparición de esa reacción.
Ha aparecido de sopetón y de improviso. Sin sentido ni coherencia.
¿Qué narices te está pasando?
¿Y cómo lo resuelves? Porque esa sensación va incrementando y no hay manera de que desaparezca.
Ni siquiera el orgasmo consigue solucionar esa excitación. Esa excitación ya no es agradable, ya no es la antesala del placer porque se repite esporádicamente sin que puedas controlarlo. ¿Es tu caso? Probablemente sufres de trastorno de excitación genital persistente (TEGP).
Que esto te suceda una vez en la vida, puede ser anecdótico y curioso. Que te suceda cuatro veces al día, puede acabar con tu salud mental
Empecé a investigar sobre este tema a partir de conocer a una mujer que vino a visitarse a mi consulta. Venía totalmente desesperada. Desquiciada. Le habían diagnosticado de TEGP.
Es una afección rara en la que experimentas excitación genital (lubricación vaginal, erección de clítoris, tumefacción...) pero sin que vaya acompañada de ningún deseo erótico. No es una reacción deseada porque tu cuerpo no está respondiendo ante ningún estímulo sensual, sino que la activación excitatoria se da de manera espontánea en los genitales. Además, tampoco suele resolverse, aunque le hagas caso y te estimules para llegar al orgasmo.
¿Te imaginas?
Si te sucede, por favor, no te avergüences y pide ayuda
El TEGP consiste
en experimentar sensaciones físicas impredecibles e incontrolables asociadas
con la excitación sexual, pero en ausencia de deseo. La excitación
sexual generalmente se asocia con el placer, pero si padeces este trastorno, no
disfrutas ni deseas esas sensaciones físicas en tus
genitales. No puedes controlar cuándo comienzan estos cambios y por lo
general, el orgasmo tampoco los alivia.
Esto es importante: en el trastorno de excitación genital persistente, el deseo se elimina de la experiencia física de la excitación.
En lugar de hacerte sentir sexual, el TEGP puede generar sentimientos de frustración y vergüenza
Este trastorno se identificó en el 2001 y no es un diagnóstico común. Por esta razón, los investigadores todavía están entendiendo sus causas y qué tratamientos funcionan mejor. Además, es difícil saber con certeza la prevalencia real. Probablemente, muchas personas que experimentan síntomas de TEGP están demasiado avergonzadas para buscar ayuda.
¿A quién afecta el trastorno de excitación genital persistente?
TEGP se ha estudiado poco, principalmente afecta a mujeres, pero investigaciones recientes sugieren que también puede afectar a los hombres en forma de priapismo (una condición que implica tener una erección no deseada durante cuatro horas o más).
¿Cómo saber si sufres de trastorno de excitación genital persistente?
Lo que describen las mujeres que he atendido y lo que describe la literatura médica, es una intensa excitación genital asociada a un aumento del flujo sanguíneo y una mayor tensión en el clítoris , los labios vulvares, el suelo pélvico y el ano. Estas sensaciones de congestión y excitación pueden durar horas o incluso días.
En los casos más extremos, incluso se puede llegar a sentir dolor o malestar en los genitales, zumbido, palpitaciones, ardor, picazón, hormigueo en el clítoris, contracciones vaginales, dolor e incluso orgasmos espontáneos.
Como te comentaba más arriba, después del orgasmo puedes notar desde un alivio momentáneo a una disminución de los síntomas... o no resolver absolutamente nada la sensación.
Los criterios clave son que tus sensaciones de excitación genital sean persistentes o recurrentes, no deseadas, intrusivas y angustiosas. Y de una duración mantenida en el tiempo con un mínimo de 3 meses o más.
¿Qué consecuencias tiene padecer este trastorno?
Estas sensaciones persisten sin alivio, hasta el punto de llegar a
interferir en el desarrollo de tu vida diaria. Padecer TEGP causa estrés, ansiedad e incluso conduce a la depresión. Dado que los orgasmos se asocian con sentimientos de alivio
del dolor en lugar de una liberación sexual placentera, el TEGP puede impedir que
se disfrute del sexo.
No. No es nada divertido tener excitación genital aleatoria u orgasmos espontáneos.
El TEGP no se siente ni se vive desde el placer en la forma en que lo hace la excitación sexual. La excitación sexual es agradable, se siente bien, en parte porque deseas que esas sensaciones físicas se sucedan en tu cuerpo. El deseo es una parte clave de una respuesta sexual saludable. El TEGP es diferente en el sentido de que careces de control sobre los sentimientos de excitación y no sabes cuándo tu cuerpo experimentará alivio o volverá a su punto de referencia.
¿Cuáles son las causas del trastorno de excitación genital persistente?
Se baraja la combinación de varios factores: lesiones en el sistema circulatorio (vasos y flujo sanguíneo), lesiones en el sistema nervioso y/o problemas de conducta y hábitos. Se ha visto también que ciertos medicamentos pueden desencadenar o empeorar este trastorno.
La información genital se transmite a través de varios nervios que recorren la pelvis y la lesión, compresión o atrapamiento de alguno de ellos como, por ejemplo, el atrapamiento del nervio pudendo, puede ser una fuente de excitación continua. Por tanto, hay que descartar aspectos como un atrapamiento nervioso, un quiste de Tarlov o una hernia discal intervertebral.
Dentro de la etiología vascular, las varices pélvicas y el síndrome de congestión pélvica, del que tienes más información aquí, también se asocian al síndrome de excitación persistente.
Otras causas de este síndrome pueden ser pequeños quistes en el clítoris
o fármacos como los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina
(ISRS).
¿Tiene tratamiento?
Aun no existe ningún tratamiento validado, pero las investigaciones sugieren un apoyo multidisciplinar:
Medicamentos de varios rangos, tales como antidepresivos, antipsicóticos, ansiolíticos y fármacos para el dolor neuropático.)
Intervención con psicoterapia. Si
experimentas síntomas que te impiden tener una vida sexual saludable y te causan
angustia, has de buscar ayuda. La atención psicológica es fundamental si sufres
TEGP, porque la experiencia de la excitación genital llega al punto de alterar
tu vida y daña tu salud mental. La ansiedad puede reforzar,
exacerbar y mantener el TEGP.
Intervenciones con fisioterapia: radiofrecuencia, electroterapia analgésica y técnicas miofasciales (manuales) en suelo pélvico para normalizar el tono muscular. Si sufres de TEGP, es probable que también tengas un suelo pélvico hipertónico y esto se resuelve con fisioterapia. Te dejo más información en este otro artículo dedicado específicamente a las técnicas de fisioterapia que utilizo en la consulta para aliviar el TEGP.
La buena noticia es que, aunque este diagnóstico es nuevo, cada vez más personas reciben la atención necesaria para controlar los síntomas. Si te has sentido identificada, ves que puedes empezar por varios sitios tu tratamiento. Uno de ellos, la fisioterapia de suelo pélvico.
Y ahí, puedo ayudarte :)
Laura Pastor.
Fisioterapeuta y PNI. Especialista en reeducación uroginecológica y salud sexual.
Directora de Evexia Salut.